LA ANTENA DEL CONO SUR DEL DOMINGO 24 DE DICIEMBRE---
¡ Y AQUEL VERBO fue hecho carne y habitó entre nosotros
y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad!.- Juan 1:14
ENOHA, JUAN PABLO, mis queridos nietos. Otro diciembre celebrando con ustedes la dicha que Dios me ha dado. Cada uno de ustedes tiene diez años. Diez años de alegrías y de travesuras que invaden nuestras vidas, sobre lo cual jamás me cansaré de darle las gracias al Todopoderoso.
JUAN PABLO, ENOHA, cuantos recuerdos, cuantas emociones y cuantas cosas que reposan en mi corazón y que ustedes me hacen remontar a mi niñez y por ello me permito traer a mi imaginación el relato de un niño, que, como ustedes, siempre esperaba la llegada de la Navidad y del Niño Jesús. Queridos nietos, sigan leyendo.
¡NOCHE DE NAVIDAD! Un niño da vueltas en la cama, de un lado para el otro. Quiere dormir o, mejor dicho, intenta dormir, aparenta que duerme. Pero el sueño no viene. ¿Quién podría dormir, dominado por la ansiedad y la expectativa?
EL NIÑO ESPERA. Sabe que alguien entrará en su cuarto en cualquier momento y colocará un juguete en su cabecera. Todos los hermanos mayores duermen. El silencio y la penumbra dominan la casa.
SUSPENSO…..entre las sombras, provocadas por la débil luz de una vela, el niño ve entrar a una persona. Su corazón parece que se le va a salir por la boca: late escandalosamente, hace mucho ruido, demasiado ruido para un momento tan solemne como aquel.
EL NINO RECONOCE A AQUEL HOMBRE: es su padre. El hombre de baja estatura, calvo, duro como el roble, camina en puntillas de pie, para no despertar a sus hijos. Pero aquel niño cierra los ojos, mientras aquel hombre, con cariño, casi con ternura, (cariño y ternura que no se aparejan a ese rostro severo) va colocando un juguete en la cabecera de cada hijo. Después se retira del cuarto como una sombra misteriosa que desaparece cuando sale el sol. Fue entonces cuando el niño, en la mañana, abre los ojos y ve su regalo, eleva la vista al cielo y dice: “Gracias, Niño Jesús” y sale corriendo a mostrarle a su padre, a su madre y a sus hermano el regalo que le trajo el Niño Jesús. Si, el Niño Jesús.
ENOHA, JUAN PABLO, a aquel niño jamás se le ha olvidado, ni se le olvidarán ese y los otros regalos que les trajo el Niño Jesús. La fe y la creencia de aquel pequeño se le ha mantenido y su gran ilusión y amor por el Hijo de Dios siguen intactos, y por eso las lágrimas que corren por mi cara cada año cuando veo sus rostros de alegría al abrir esos regalos que les trae el Niño Jesús, también forman parte de mis recuerdos y de mi infancia.
JUAN PABLO, ENOHA, ¿Saben quién era el niño de esta historia? Queridos nietos, ese niño era yo allá en Guanarito y ahora me veo retratado en ustedes, en sus alegrías, en su ansiedad cada 24 de diciembre por la espera de esos regalos divinos.
AQUELLAS NAVIDADES tenían el mismo sabor que tienen ahora, y sin lugar a dudas, queridos nietos, esta fecha sigue siendo algo especial y fue establecida para los niños tal vez porque se le relaciona con juguetes, regalos, presentes y con dulces, y por eso, en cada Navidad acuden a mi memoria aquellos días de mi niñez, me recuerdo de mis viejos padres, del cariño que tenían por sus hijos, de sus esfuerzos por brindarles una navidad feliz.
PERO, ENOHA, JUAN PABLO, también pienso en el amor de Dios, el padre de todos los seres humanos y pienso igualmente en el presente maravilloso que nos dio en la persona de su hijo, a quien no envolvió en un papel colorido. Lo hizo ser humano, lo envolvió en carne, y lo hizo nacer como un sencillo niño, en un pesebre humilde, para que posteriormente muriera crucificado, por ser esa la única forma de salvar a la humanidad.
QUERIDOS NIETOS, dentro de pocas horas ustedes verán al Niño Jesús en sus juguetes y en sus golosinas y allí estaré yo, junto a su abuela, junto a sus padres y, por supuesto, estarán mis lagrimas de alegría, combinadas por la fe y nuestra creencia en el Niño Jesús, pero aparte de ello, creo necesario darles un regalo especial y nada mejor que enseñarles que en la vida uno tiene que mirar en cinco direcciones, y por eso les pido que sigan leyendo.
LA PRIMERA, mirar hacia adelante para saber hacia dónde vamos; la segunda, mirar hacia atrás, para no olvidarnos de dónde venimos; la tercera, mirar hacia abajo, para saber si no estamos pisando a alguien en el camino; la cuarta, mirar hacia los costados, para saber quién nos apoya en los momentos difíciles; y la quinta, mirar hacia arriba, para tener presente que siempre estará alguien en el Cielo que nos cuida y nos protege.
ENOHA, JUAN PABLO.- ¿Saben una cosa? que si bien es cierto que en estos momentos están disfrutando de sus regalos del Niño Jesús, cada día ustedes nos dan el mejor regalo cuando con su ternura infantil nos dicen una sola palabra que llena nuestros corazones ¡Abuelito! ¡Abuelita!.
JUAN PALO, ENOHA, DIOS LOS BENDIGA SIEMPRE.
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